Psiquiatría es la rotación que estoy haciendo ahora.
Es una de mis últimas vueltas hospitalarias mendigando amor. Ha sido una experiencia bastante horrible, con un apego evitativo, y cero compromiso a largo plazo.
Es decir, para que nos entendamos, que está siendo una rotación de mierda.
Después de un mes deambulando por los pasillos y siendo mandada a mi casa porque no había adjuntos que me acogieran en su seno, esta mañana por fin he dado con una adjunta apañada que me querrá si dios quiere, durante las dos semanas que me quedan. Será como una aventura de verano, corta pero intensa.
Y tan intensa.
Odio la psiquiatría, de verdad, vaya drama, y vaya miseria.
Hay pocas esperanzas para la mayoría de nosotros, pero es que, para estas personas, la esperanza no es algo que crea que se puedan permitir.
Es verdad que durante mi rotación en el hospital de agudos (que eso sin duda fue poliamoroso, porque no hay posibilidad de que cupieran más residentes, estudiantes y adjuntos en una misma consulta y con un mismo paciente), pensé, que psiquiatría no estaba mal como especialidad… yo que se, creo hay pocas cosas menos agradecidas que ese trabajo, y eso que soy médico de familia y llevamos los rasgos obsesivo y masoquista inscritos en el ADN.
El caso es que cuando estaba viendo a esos pacientes, a pesar de mi amargura por tener mañana puerta de trauma, no podía evitar pensar en la suerte que tenía y en lo poco agradecida que soy en mi día a día con mi sino y destino.
Puede que mañana mismo o dentro de un par de horas todo se vaya a la mierda, pero la realidad es que he podido disfrutar de 32( ya casi 33) años de suave vivir.
He tenido altibajos claro está, pero en general, cuando hablamos de antecedentes personales de estos pacientes ( madres solteras, padres ausentes, dificultades económicas) pienso en lo carne de cañón que era, y en lo bien que ha salido todo. Cuando hablamos con una paciente que sufre además de su trastorno límite de personalidad, violencia por parte de su pareja ( se dice el pecado, pero no el pecador), pienso en mi suerte y en la suerte de mis amigas y amigos, todo podía haber sido tan…desastroso.
Así que aprieto los dientes. Quedan según mi cuenta atrás 196 días para mis vacaciones, y si otra pandemia de gripe del mono no lo impide, 220 días para la boda.
Ademas 250 días para ser R4. Sé que está mal vivir en el futuro, pero intento motivarme, porque estos últimos 3 meses en el hospital se me están atragantando. Tengo ganas de volver a casa, a mi centro de salud, volver a ser una puta médica de familia y no una itinerante, que va por los pasillos, pidiendo amor…
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