Qué coraje
Tenía una buenísima idea sobre la que escribir.
Algo profundo, estructurado y reivindicativo, muy lejano de las actuales cursiladas que se me ocurren en el día a día desde que estoy perdida en este pequeño paraíso.
Lo había guardado en alguna recamara de mi almacén mental (tan desordenado como el resto de mi vida) y puff... se ha perdido.
Ahora lo único que conservo es eso, cursiladas sobre apreciar el paraíso en el que vivimos, la felicidad de no tener que trabajar y la estupidez cruel que supone solo tener un mes de vacaciones al año.
Intento exprimir, forzarme a pensar algo sobre lo que quiera hablar. Pero es que no quiero hablar de nada.
Estoy en el filo de una navaja muy fina, y pronto todo se va a desestructurar. Se huele en el ambiente, en la calma antes de la tempestad, y tengo miedo.
No porque sean cosas malas, o no sea de hecho, algo que llevo deseando años, es simplemente porque soy una cobarde, y porque la vida en este momento es tan fácil de vivir, en este mismo instante es tan suave y amable, que temo que cualquier mínimo detalle puede empeorarla.
Una parte de mi asume como una realidad inamovible, que la "vuelta al cole" que la depresión post vacacional, va a ser durísima. Hay tantas cosas de las que me tengo que encargar, que tengo que arreglar o solucionar y en las que no estoy pensando simplemente porque estoy de vacaciones.
Nuevos correos, mensajes de los compañeros, incidencias de las guardias y problemas para la María del futuro, hacen que el nudo se apriete cada vez mas en la boca del estómago, pero de una manera extraña, suave pero angustiosa, será porque aun me quedan 20 días de vacaciones gracias a dios.
Me ha costado tanto llegar a este reducto de paz que no quiero que termine, de verdad, necesitaría estar así hasta el 1 de noviembre, para poder afrontar todo lo que se avecina, que juro por dios, que no es posible que todo salga bien.
Mientras tanto, supongo que disfrutare de esto que me ha costado tanto lograr, aquí, donde he llegado arrastrándome penosamente por el cansancio y la adversidad.
Sin duda, me encuentro mejor, con mas ganas y mas repuesta, menos cansada y bastante mas capaz de apreciar las cosas buenas... disfrutemos de esto mientras dure, aunque el temporizador ya esta marcando el final segundo a segundo, y el tic-tac leve, cada vez se haga mas ensordecedor en los momento en los que intento conciliar el sueño...maldita ansiedad anticipatoria.
Pdt: aunque antes de volver a la realidad, hay que sobrevivir a Paris... ¿te había comentado ya que odio viajar en avión?
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