Quiero contar una historia.
Como tantas que se han contado antes que esta. No tiene nada de especial.
Trata de una chica de ciudad y un chico de un pequeño pueblo ( si, lo sé, parece don't stop believing, de Journey), que se conocen en una fiesta, un día en que ninguno de los dos estaba particularmente deseoso de salir.
El destino por una cosa o por otra los reune en ese mismo lugar.
Fue un flechazo en todos los sentidos, tardaron tres horas en darse su primer beso, y entre veinticuatro y setenta y dos horas en enamorarse.
Luego, hicieron lo que todas las parejas normales de nuestro tiempo hacen. Salieron a dar paseos cogidos de la mano, fueron a cines y a cenar, celebraron aniversarios y cumpleaños acudieron a fiestas y conciertos. Rieron, rieron mucho y por increíble que pareciera no pelearon nunca, no hubo gritos ni malas palabras, no hubo gesto de desprecio ni abandono, hablaron de todo, de miedos y deseos, de sueños y esperanzas, de su presente, su pasado y su futuro, de lo que les gustaba y lo que odiaban, de lo que temían y anhelaban, se abrieron en canal cada día de su existencia.
Después siguieron viviendo como lo hacen todas la parejas, estudiaron, se angustiaron, vivieron una pandemia mundial, se fueron a vivir juntos y siguieron sintiendo los días, uno detrás de otro.
Dormían abrazados, limpiaban la casa, hacían la compra, comían, leían, jugaban y vivían y el tiempo siguió pasando para los dos, como para cualquier otra pareja.
No os creáis que son algo extraordinario.
Un día en la plaza del Trocadero, justo en frente de la Torre Eiffel el le pregunto a ella si quería casarse con el, y ella que nunca había anhelado realmente casarse, dijo que sí con ganas y con ansias.
Y ya está. Este chico de pueblo, y esta chica de ciudad, van a casarse, como tantas otras parejas antes, durante los años y los siglos, pero hay algo en ellos, no se que será exactamente, algo en la forma de reirse de todo, de como bromean y como se hablan, hace que tenga esperanzas en ellos, que sienta su amor como extraordinario y que asuma con miedo, que solo la muerte podrá separarlos. La vida, se les va a hacer, tremendamente corta.
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