Todo se precipita, y el drama continua en mi vida, sin amago ninguno de cesar.
Algunas cosas han salido bien. Se podría decir que he conseguido contra todo pronostico, mi trabajo soñado.
Pero lo que de verdad me angustiaba sigue intacto. La situación epidemiológica ha empeorado de manera escandalosa y nos dirigimos inexorablemente a una situación similar a la que nos llevo al confinamiento,
Confinamiento como sinónimo de no universidad, no universidad, no Miguel. Final del cuento, final del hogar soñado.
Tengo un piso vacío de esperanzas, un nuevo hogar cubierto de nuevo por el drama, por segunda vez.
Pienso en todo lo que podría ser este tiempo. Anhelo alegre, emoción, disfrute por lo que nos depara la vida, nuevo trabajo, nuevo hogar, vida en común, después de todo lo que sufrimos, pero nada de eso va a ocurrir.
La ira llena cada vena de mi cuerpo, y por mis poros se desprende sin control posible. La irresponsabilidad de la gente nos ha llevado hasta aquí, y ellos no pierden nunca nada. Todo seguirá igual e intacto para ellos, ¿Que no pueden ir a clase? mejor, ¿que no pueden ir a un bar? hacemos la fiesta en casa. Yo sin embargo voy a perder lo único que de verdad anhelo, mi hogar, mi lugar en paz, mi vida con Miguel.
La vida es cruel en casi todas las ocasiones, porque lo teníamos todo para ser totalmente felices, porque entre nosotros no había nada que no engranara a la perfección, y ahora tenemos una pandemia mundial que nos impide estar juntos y con la que no se puede lidiar con palabras ni deseos. Todo esta en la mierda, y no puedo ni tan siquiera disfrutar de mis pequeñas victorias.
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