Olivia sintió un miedo tremendo, como no sentia desde que se marchó de casa, era el mismo que experimentaba cuando el animal de su padrasto andaba cerca. Estaba sola en mitad de una calle oscura, no tenia que haber hecho caso al anónimo, en el fondo de su alma sabia que aquello era una verdadera locura que solo le traería problemas, pero su ansia de información acerca de la muerte de su tio le había hecho obviar todas las señales de advertencia.
Por un momento se le vino a la cabeza la imagen de Ricardo con sus ojos de loco y el pelo empapado suplicándole que no fuera, y como ella le había apartado a un lado diciéndole que el mayor peligro que había en la ciudad era el mismo. Ahora sabia que se equivocaba, aunque el muchacho estaba equivocado en las formas, solo estaba intentado protegerla, y ahora deseaba con todas sus fuerzas que estuviera allí con ella.
Para colmo comenzó a llover, la calle se volvia cada vez mas empinada y los tacones se quedaban enganchados entre las piedras de la antigua calle, ni siquiera podia huir.
Siguió avanzando mientras el tiempo pasaba y poco a poco se relajo y dejo de tener miedo, quizas todo aquello era fruto simplemente de su prolífera imaginación. Se distrajo un breve instante y resbalo cayendo al suelo y raspandose las palmas de las manos Se le habían roto las medias y tenia el cuerpo entumecido. Se levanto como pudo y se coloco bien la falda, fue entonces cuando se percató de que algo no marchaba bien. Tenia sangre en las manos. Al principio penso que era suya, debido a la herida que se tenia en las manos, pero no lo era, había demasiada. Se fijo mejor, tenia las rodillas y la falda tambien manchadas. La manta de agua que caía con furia le impedía ver nada a mas de diez metros, pero escudriñó la calle prestándole atención sobre todo a lo alto de la cuesta en la que se encontraba. Las luces eran muy tenues pero la sangre se le helo en las venas en cuanto comprendió lo que veia, la sangre no era suya. Era la del cadáver que había tirado en el sueño.
Sin necesidad de acercarse sabia perfectamente quien era, pero la curiosidad y el deseo de que aquello no fuera real le hicieron acercarse.
El rostro desencajado y herido de Roberto le devolvía una mirada vacía y llena de terror, las puñaladas que se distribuían por todo su cuerpo era incontables y en reguero de sangre que caía calle abajo acompañado con la lluvia era impresionante.
Entonces y solo entonces Olivia vislumbró la magnitud de lo que estaba viviendo. Roberto sabía algo, iba a contarselo, y por ese motivo alguien lo había quitado de en medio, pero eso no era lo peor.
Las sirenas de los coche policia empezaron a sonar muy cerca, la muchacha ni se movió, sabia que venian a por ella. Le habían tendido una trampa, la carta, la sangre y los motivos...le iba a costar mucho salir de esta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario